Colón pensaba que el continente americano era Asia y China.
Colón esperaba ser patrocinado por la familia real para navegar hacia el oeste y llegar a China y adquirir los ricos tesoros. Su petición fue ignorada por el rey de Portugal porque estaba ocupado expandiéndose por África. En aquella época, España acababa de terminar una guerra que duró más de 700 años. Los conquistadores cristianos eliminaron a los herejes musulmanes de la Península Ibérica. España seguía siendo un país necesitado de mucha reconstrucción, por lo que la reina también quería ampliar su territorio para adquirir recursos, pero no podía entrar en conflicto con otros países europeos. Por tanto, el plan de Colón de emprender una aventura oceánica estaba muy en consonancia con los intereses de la reina. El 3 de agosto de 1492, Colón zarpó de Palos (España) con tres naves para cruzar el Atlántico.
Su propósito inicial era ampliar el territorio para el Imperio Español y explorar China, donde Marco Polo escribió sobre calles pavimentadas con oro. Como había poca interacción entre los pueblos de cada continente y estaban aislados unos de otros, los europeos no sabían que existían las Américas y el Océano Pacífico en la Tierra. Aunque Colón llegó a Cuba, en América Central, creyó que había alcanzado la costa oriental de China.
La entusiasta hospitalidad de los indígenas americanos alimentó su ilusión por Oriente. Ansiaba encontrar oro y al Gran Khan. Cada vez que Colón presentaba un trozo de oro y preguntaba dónde se podían encontrar tales objetos, los nativos siempre respondían «Cubanacán», es decir, la parte central de Cuba. Así, consideró erróneamente «Cubanacán» como «Gran Khan». En realidad, más de 120 años antes, el Imperio Mongol ya había sido sustituido por la Dinastía Ming. El ejército de Zhu Yuanzhang arrasó toda China y expulsó a los mongoles a los desiertos y praderas del norte. Colón y los europeos de entonces no sabían nada de esto. El 2 de noviembre, Colón envió solemnemente una embajada compuesta por dos tripulantes españoles que actuaron como traductores. Acompañados por dos guías locales, llevaban una carta escrita por la reina de España al Gran Khan y un generoso regalo como tributo.
La embajadores quedó muy decepcionada: no había palacios, sólo primitivos.
Al día siguiente, la embajadores llegó a lo que hoy es la provincia de Holguín, en Cuba. Pero aquí no había ni altísimos palacios ni fuertes guardias ni oro reluciente. Lo que vieron fueron poco más de cincuenta chozas de paja cubiertas de hojas de palma y varios centenares de indígenas desnudos. Les trataron como invitados de honor, les llevaron en sillas a la residencia principal y les sentaron en el asiento tallado del jefe taíno.
Cuando se completó con éxito esta serie de ceremonias, se permitió a mujeres y niños observar a estos misteriosos visitantes del cielo. Besaban devotamente las manos y los pies de los visitantes y persuadían calurosamente a los españoles para que se quedaran una o dos semanas. Llegados a este punto, los dos españoles debieron darse cuenta de que se habían equivocado de lugar, pues no parecía en absoluto una ciudad, sino un pueblecito atrasado. Así que, al día siguiente, regresaron al barco acompañados por el jefe y su hijo.
Aunque la embajadores no encontró los legendarios palacios ni al emperador, sí hallaron una sustancia psicoactiva que domina a toda la humanidad, el tabaco o nicotina. Las extrañas costumbres de los indígenas eran asombrosas. Todos llevaban un palo encendido y algunas hojas (tabaco). Encendían el tabaco enrollado (cigarro) e introducían un extremo en las fosas nasales para dar 2 ó 3 caladas. Después, apagaban el puro o se lo pasaban a otra persona. Tenían que parar a fumar cada hora.
El equipo de traducción de Colón debería haber sido el primer europeo en ver fumar a los indígenas americanos. Sin embargo, Colón debería haber sido el primer europeo en descubrir las hojas de tabaco. En una ocasión recibió hojas de los indígenas de la isla de San Salvador como preciados regalos. El 16 de octubre, Colón vio hojas similares muy valiosas en una canoa remada por un indio.